AD ASTRA PER ASPERA

lunes, abril 16, 2007

Papeles de colores

Ayer...yo someteré a las hojas que pueblan el suelo a la mas dura de las pruebas. Las huellas de fuego que marcarán sus nervios ajados por el tiempo, quemarán a temperaturas nunca antes percibidas por mirada alguna. Los colores que se reflejarán en las plazas serán ardientes y peligrosos.

Hoy por hoy, las plazas se han quedado mudas. Ya nadie transita por ellas creyéndose animalito o inventando frases en las nubes. Los locales están cerrados y la vainilla se ha acabado hace años. Una casa al fondo del parque tiene la puerta sellada con dos tablones antiquísimos y las telarañas pueblan sus vidrios. Hoy besaré tu rostro con una fuerza increíble. Pero ni siquiera se donde está tu rostro.

Tremendas huellas son las que llenan el resquebrajado y congelado piso. Largas sombras de terciopelo helado que frágilmente caen nublando la vista, mientras mi ropa se llena de papeles de colores que permiten olvidar un momento esas conversaciones extrañas que sostengo algunas noches. Esas conversaciones que hacen que mi alma tiemble, pero que no dejo que pasen mas allá de ciertos pasos a mi interior, por miedo a quemarme.

Hoy por hoy, las camisas ya no aparecen con manchas de sangre en el pecho. No hay animales ridículos caminando por las calles y la pintura ya no cae por los edificios de la ciudad. La línea de las construcciones se ha vuelto monótona con el tiempo, esperando que llegue un rayo que derrita el hielo, donde se ha quedado atrapada mi mano. Un rayo púrpura.

Escrito por Leprosy | 10:16 a. m. | 2 comentario(s)

lunes, abril 09, 2007

Prejuicios

Deseo adorar una hermosa svástica, colgada de la pared de mi habitación. Necesito buenas vibras para seguir mi camino.

Escrito por Leprosy | 4:35 p. m. | 6 comentario(s)

viernes, enero 26, 2007

Pasión

Pasión...

¿Pasión? Pasión...

Pasión...¡pasión!

Pasión.

Escrito por Leprosy | 10:50 a. m. | 1 comentario(s)

martes, enero 16, 2007

Melshinde

Un valle poblado por aires de batalla, viejas leyendas e inciertos futuros se encontraba ante sus ojos. El joven guerrero se adentro cabalgando, mientras su cuerpo era golpeado por aquella brisa que le prometía aventura y el sol hacía brillar su armadura desafiante. Días antes inició su cabalgata, buscando el nuevo aire que su adolescente ímpetu le pedía a gritos.

Su prestancia de guerrero contrastaba enormemente con el semblante de la gente que lo recibió en los poblados. Campesinos de rostros acabados, mujeres y niños que deambulaban errantes, con el rostro seco de toda ilusión, centenares de ojos que no podían evitar el fijarse en el brillo de la espada, en el dorado fulgor del escudo, en la magnífica presencia del jinete que se introducía violentamente en su gris atmósfera. Al descender de su caballo, el guerrero se fijó en el rostro de los fornidos trabajadores que caminaban con dirección a la posada del lugar. Al entrar, el golpe de las almas atormentadas mirándolo fijamente lo paralizaron un breve instante. Su presencia, sin embargo, no tardó en adueñarse del lugar. Al calor de una fogata y de un espumante jarro de cerveza, procedió a informarse de las leyendas locales y de los terribles azotes que golpeaban aquel triste poblado. Su exhuberancia no pudo evitar fanfarronear con historias inventadas por su anhelo de aventura y de gloria. Conquistado había a toda la concurrencia con sus heroicas y febriles hazañas, sin reparar que no todos los ojos del local estaban fijos en él. Fue cuando escuchó el nombre...

"Melshinde..."

Un ruido sordo, pronunciado en forma fría y suave. Un nombre que hizo que las imagenes mas varoniles redujeran su semblante a algo menos cálido que una mortaja de hielo. Un rostro poco menos que inexistente, con 2 ojos como cuevas de lobo que observaban desde la penumbra, tan inaccesibles que parecían de otra época.

"¿Quién o qué es Melshinde?"- preguntó el intrépido y joven guerrero. Los murmullos tímidos y nerviosos de los parroquianos sugerían un pavor tremendo, como si se tratase del nombre del peor de los demonios.

"Melshinde...la hechicera que vive mas allá de las colinas. El azote mas grande que ha conocido todo este gran triste valle"- señaló el anciano, que luego de la pequeña descripción pareció mas real, pero al mismo tiempo, aún mas frío y misterioso. "El peor de los demonios".

"Señálame el camino, anciano"- pronunció imprudentemente el joven héroe, quien decidido a acallar cualquier voz que apocara su extremo deseo de fortuna y fama, se levantó de improviso arrojando unas monedas en forma displicente sobre el mostrador. Un murmullo colosal inundó el antro, mientras las miradas llenas de fulgor de los hombres temerosos lo bañaron en cosa de segundos. Algunos temblaban.

El viejo sonrió.

"Antes de vencer a Melshinde deberías volver por donde llegaste a este maldito pueblo. Si realmente estuvieras preparado para la aventura, deberías colgar esa espada y ese escudo, que por mucho poder y orgullo te otorguen, no te servirán de nada. Hay cosas que ni siquiera un héroe fanfarrón puede enfrentar."- señaló lapidario.

"Déjame traerte su cabeza, si me lo permites, anciano hablador...creo que no sabes distinguir entre un hombre preparado para la guerra y un humilde y necio campesino."- pronunció impetuósamente el joven tonto, antes de observar un blanco y arrugado gesto que señalaba mas allá de las colinas...

El cielo se alzaba gris. Las nubes tenían esa fría temperatura que presagia grandes acontecimientos. Todo el terreno reverberaba bajo los cascos de su fiel caballo, mientras se dirigían directo al abismante claro donde habitaba el gran azote del valle, siguiendo las guías del incorpóreo anciano. Se dijo que no tenía nada que temer, mientras revisaba su escudo colosal y su espada fiel. Sus pies hormigueaban y sus manos, inquietas, no podían esperar el desafío para el que se había preparado toda su vida. Mientras la negra cabaña tomaba forma al fondo del sendero que señalaba el camino a su destino, se decía a si mismo "no fracasar".

Del negro espacio, surgió un olor a hechicería. A destino fatal, mezcla de olor a magia y a humo púrpura. Bajó de su caballo, mientras de la negra forma surgía otra forma. Mas pequeña y mas negra que la noche, ensombrecido el semblante por una oscura capucha.

Su mano empuñaba la espada, seguro. Sus nervios y músculos se prepararon para la batalla y sin decir nada, trazó con los pies un rayo en el suelo. Quieto y silencioso. Expectante. Dos centelleantes ojos, mas claros que la luna y mas brillantes que toda la humanidad junta, le contemplaban fríamente desde el interior del abismo de tela. No pudo evitar aquella mirada que le apresaba. El perfume púrpura le invadía los sentidos y su cabello se erizaba, mientras el canto que salía del interior del traje negro conquistaba cada rincón de su cuerpo.

Melshinde se quitó la capucha y su espada cayó al suelo.

Escrito por Leprosy | 2:21 p. m. | 1 comentario(s)

martes, enero 02, 2007

Azul

Al cerrar la puerta del vechículo, se asomó por la ventanilla. Arrojó un cigarrillo a medio fumar al pavimento mojado y observó atentamente la ventana del edificio que abandonaba.

Al comparar el gris del cielo con la muralla de color azul, sintió que dejaba una parte de su corazón en aquel lugar. Al aparecer un año después en el sitio, aquella pequeña porción de su vida habría germinado en un invisible y frondoso árbol de hermosos y bellos momentos. Pero aún faltaba un millón de segundos tibios para que aquello sucediera.

Por mientras, tan sólo subió al auto para ir a comprar más cigarrillos y una botella de cerveza. Volvería en media hora, lleno de historias que contar, una caricia nueva y el sentimiento de que ese año todo sería mejor. El rumor del motor se apagó mientras el auto desaparecía por la calle. En ese mismo instante, uno de sus amigos, el cual lo estaba observando sin que él se diera cuenta, abandonó la ventana esbozando una sonrisa. Un año después, aquel amigo sería responsable de uno de los mejores sucesos de su vida.

El paisaje está increíblemente silencioso. Las nubes encima del mar empiezan tranquilamente a deslizarse, mientras el puerto aún no despierta. El frío aire posee una reverberación extraña, mística. Casi mágica que corona el momento de forma excepcionalmente perfecta. Un año después, el barrio presentaría increíbles signos de decadencia y sería demolido.

El auto vuelve y la puerta de adelante se abre. Una persona de rostro distorsionado por la parranda se asoma, mientras el tipo del auto se baja.

Escrito por Leprosy | 10:54 p. m. | 2 comentario(s)

viernes, diciembre 29, 2006

Estrofa

Donde está la mano que puede
Doblar el destino
Forjado en duro hierro
Transitado por miles de pies distintos
Fundido con el calor del tiempo transcurrido
Transformado en duro pavimento
Y vuelto a forjar, en miles de lágrimas
Que manchan tu bello semblante

Escrito por Leprosy | 2:01 p. m. | 1 comentario(s)

¿De nuevo?

Una blanca y redonda forma llena, repleta de luz que viaja por el cielo negro. Tapando todas sus manchas pequeñitas con su energía y su presencia. Con sus aromas que embotan los sentidos. Todos los rostros se giran para contemplar la esfera que surca los cielos, todos luchan por tomar un pedazo de luz. Todos toman el juego. Nadie es capaz de reparar en el pasto. Tan solo las estrellas que lo iluminan. Mientras la esfera circula. Vuelve, regresa despues de tanto tiempo, esa esfera, con el mismo color. Con la misma forma. Pero con distinto perfume.

Digamos que uno de estos tipos...Juan, coge un trozo de luz. Lo arroja por entre los árboles y mancha la mitad del bosque, impregnándolo con perfume. Una noche de las siguientes...Ana, recorre la negra espezura, buscando un trozo de destino. El perfume impregna su vida, mancha sus huesos y la devuelve a la espezura misma. Las estrellas no se han movido de su sitio ni un milímetro. Tampoco las viviendas que forman la aldea.

Una fogata a las afueras de esta marca el límite entre lo seguro y lo aventurero. Mas allá de las colinas se pueden observar columnas de humo que revolotean y comunican la tierra con el cielo. Cuentan que los amaneceres cambian de color por esas latitudes. Que cambian de color según uno los pinte.

Escrito por Leprosy | 1:48 p. m. | 0 comentario(s)

jueves, noviembre 16, 2006

Interstate Love Song


"Waiting on a Sunday afternoon for what I read between the lines, your lies..."

Mientras las primeras frases retumban en el altavoz, su pecho retumba recordando los sucesos de la noche anterior. Las lágrimas mezcladas con sueños y pensamientos en su almohada aun tienen un brillo sólido, así como el dolor de cabeza, el malestar y el pesar. Pero no son mentiras las que le duelen. Tal vez engaños, encubiertos, sin sentido. Angustias que el destino le arrojó. Ya no busca culpables como otras veces, tampoco busca remediar las cosas a como de lugar como antaño. "Caiga quien caiga" como solía decir cuando, angustiado, buscaba irracional explicación a las cosas. La simpleza de su angustia le sorprendía. Lo hacía sufrir en forma calma y plácida.

"...feelin' like a hand in rusted shame so do you laugh or does it cry? reply..?"

Nadie merece tener a un idiota pensándolo. Nadie merece desangrar su corazón por alguien incorrecto. Nadie se merece el destino de perro de ser simples palabras en la boca de otro, aún cuando estas palabras sean dulces. Nadie merece ser tan sólo una idea, que se palpe, que se pueda ver, tocar...que se pueda desgastar y borrar.

"...leavin' on a southern train only yesterday you lied, promises of what I seemed to be only watched the time go by, all of these things you said to me..."

Ver cientos de destinos posibles y poder decir al cielo que no hay rencores. No hay nubes, no hay formas de pintura ni notas musicales. Tan sólo hay una realidad opaca, palpable y serena. No hay una predestinación, no hay complot. Tan solo una espina que se clavó en el lugar indicado, con completo conocimiento de causa. Hay un error evitable, pero que no se quiso evitar. Hay un mar de lágrimas y dudas, que fue enfrentado a pesar de que se sabía a ciencia cierta que no se podía llegar al otro lado...solo existía el arrojo, solo el ánimo de tirarse y perderse, entregándose al vaiven de las olas, sin mirar atrás. "Yo soy responsable de mi propia muerte".

"...breathing is the hardest thing to do with all I've said and all that's dead for you, you lied - good bye..."

No hay culpables. Nadie tiene la culpa del destino de perro que le tocó vivir. No hay predestinaciones, no hay complots. Tan solo una controlada lujuria, un exceso de ganas de morirse sintiendo, de arrojarse y sucumbir ante la pasión. De arrojarse a las rosas, hermosas y agudas. De pintar un cuadro con la propia sangre contaminada de bello y amargo espíritu.

"...leavin' on a southern train only yesterday you lied promises of what I seemed to be only watched the time go by, all of these things I said to you..."

Yo solo se que él quiso morir, lo intentó y lo logró. Él sabía lo que estaba haciendo, sabía cual iba a ser el resultado y en el fondo, muy en el fondo, sabía que ese tenía que ser el resultado, por el bien de todos.

Escrito por Leprosy | 6:16 p. m. | 4 comentario(s)

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